jueves, 5 de enero de 2012

El Cielo

"Y si el cielo no se llamara cielo.
Y si no se llamara… y simplemente fuera.
Sería lo que en verdad es.
Pero yo no lo sé, porque para mí es el cielo."

Mi amor, qué es la vida que a veces pienso que no puedo seguirla y enmudezco y solo vivo en mis adentros. ¿Acaso muero porque no comprendo su multiplicidad de formas y emociones? ¿Acaso no hay nada que comprender y debería dejarme llevar?
Pero cómo es posible que los pájaros vuelen sobre el mismo cielo azul cada primavera y simultáneamente yo me haya dado cuenta de que no te volveré a ver jamás. La vida me enseño a ver florecer el mes de marzo para un cuarto de siglo después sorprenderme con la impotencia de una madre estéril.
Nuestra semilla se extinguió y quizá no fue esta primavera sino el otoño pasado, sólo que la ceguera resulta tan satisfactoria para eludir a la misma oscuridad. Para prolongar las expectativas frustradas por un golpe de realidad, pero en otro nivel de subconsciencia cada día más profundo e inalcanzable, al menos hasta hoy.
¿Cuánto de profunda puede llegar a ser la subconsciencia?
Hace dos meses que enmudecí buscando resquicios de quién soy a través de lo que siento. Está tan oscuro aquí dentro. Lo siento, lo miro… y lo odio. ¡cómo lo odio! Si tan solo pudiera ser feliz y ver la vida como lo que verdaderamente es. ¿qué es?
Desesperadamente miro hacia ese infinito azul buscando una respuesta. De manera automática mi cerebro hace las asociaciones del programa pertinente: cielo-azul-bonito. ¿Y qué diantres de significado es esto? Acaso por saber nombrarlo sé lo que es de verdad, sé cual es su esencia? Intuyo que la esencia tan solo se puede sentir o percibir desde otro ámbito del conocimiento-aún desconocido para mi.
Y el lenguaje actúa como un muro que bloquea mis percepciones al instaurar con seguridad el concepto con el cual se cierran todas las puertas a un significado mayor. O distinto. O verdadero. Incierto, por el momento. Al igual que cualquier palabra mecánicamente adjudicada a cada una de las percepciones, bien sean materiales, emocionales o etéreas que componen esta experiencia. Todo es incierto. Que no conozca lo verdadero no quiere decir que vaya a asumir cualquier cosa como tal.
Y sí, con esta experiencia me refiero a lo que en el lenguaje común denominamos vida. Pero que al ser usada en expresiones de tal bajeza como: “¡qué vida más perra!” o “qué le vamos a hacer, la vida es así”.( ¿así, cómo?) pierde la magnificencia y asombrosidad de lo que realmente es. Y ya no me atrevo a nombrarla, pues no estaría diciendo lo que en realidad quiero decir.
Así es como generación tras generación nos hemos ido alejando de la verdad, por medio de la automatización del lenguaje hemos instaurado una barrera entre la realidad y nosotros mismos. La tarea ahora es recuperar la autenticidad del lenguaje para aprehender la vida o quizás pueda alcanzar a aprehender la vida por medio de la observación con una mente abierta desembocando esto en un nuevo lenguaje.

No hay comentarios:

Publicar un comentario